Miles
de personas se desplazan a Europa y la barrera que los separa es el
mar Mediterráneo, pero también la muerte para muchos de ellos. En
el 2014 se registraron 3.200 muertes, mientras que la cifra asciende
a 27.000 desde el año 2000, el
número de fallecidos siguen indicando que las reuniones y el
discurso europeo va muy por detrás de los hechos. Los gobernantes
europeos guardan minutos de silencio por las víctimas, pero no
realizan una política migratoria sostenible y creíble, mientras
miles de personas mueren escapando de la muerte, convirtiendo al mar Mediterráneo en un
cementerio.